Nica Faustino: de la pasión por la programación a la pasión por crear mundos

Nica Faustino, que pasó de mecanógrafo en Brasil a emprendedor destacado en Reino Unido, desarrolló una tecnología que trae seguridad para el regreso a la oficina en situaciones críticas como la que se vive con la pandemia de la Covid-19.

Cuando tenía ocho años, Nica Faustino se enamoró de la programación. O por lo menos creyó que se había enamorado de la programación.

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Nica Faustino

De mecanógrafo a empresario, de padre a educador, Nica Faustino cuenta al Blog de Orange Business su trayectoria, su visión del mundo y las "cuatro patas de la mesa" en las cuales apoya su vida y sus decisiones.

Movido por ese (todavía) incierto sentimiento, el emprendedor nacido en Brasil, pero autodenominado "ciudadano del mundo” o “ciudadano de ningún lugar ", según su humor, creó en 2016 New Wave Workspace, una empresa británica de tecnología de colaboración.

Las soluciones de gestión y de organización de espacios de trabajo ya atraían el interés del mercado, pero el escenario que se acordó en denominar “nueva normalidad” convirtió la tecnología ofrecida por la empresa en una herramienta de mucho valor para las organizaciones que retomaron actividades presenciales en medio a la pandemia de la Covid-19. Y fue en esa experiencia que Faustino encontró su verdadera vocación. "Me reconecté con aquel niño de ocho años y descubrí que mi pasión no era exactamente por la programación, sino resolver problemas. Y eso es lo que hace un emprendedor: busca resolver situaciones que necesitan una solución".

Descubrimiento precoz

“Cuando era niño, mi familia y yo solíamos visitar a mi abuela todos los fines de semana. En una de esas ocasiones, cuando tenía ocho años, una prima de mi madre llevó a su novio. Él abrió una carpeta y sacó uno de aquellos antiguos formularios de programación. Le pregunté a qué se dedicaba y me contestó: ‘programador”. Inmediatamente quise saber más: fue cuando nació una pasión, o por lo menos fue lo que pensé.

Mi padre me inscribió en una escuela en donde aprendía programación en Basic los fines de semana. Con 15 años, tuve mi primer empleo formal. Era mecanógrafo, pero ya podía estar en contacto con el universo que me fascinaba. En esa época, conocí a un profesional que me enseñó a programar de verdad y prácticamente me convertí en su protegido. Paulo Akira me invitó a formar parte de mi primera experiencia como profesional, y después nos volvimos socios en el proyecto de un software para gestión de condominios. Me remuneraron por el programa con el equivalente a cinco meses de mi sueldo, eso cuando tenía 16 años. Aquello me mostró que, además de fascinarme, la programación ofrecía un camino financiero muy promisorio”.

Desarrollo sin fronteras

“Paulo fue quien me ayudó a llegar a mi siguiente empleo, en una desarrolladora de softwares. Ese nuevo trabajo, a su vez, terminó abriéndome las puertas para que fuera a los EE. UU. a trabajar como programador en Texas en 1995. Fue un período de mucho aprendizaje, pero también fue cuando sufrí el segundo impacto: el de vivir solo en un país extranjero. En 1997, me mudé a Chicago, en donde me radiqué por dos años, hasta que me trasladaron a Inglaterra.

Ya en suelo británico, comencé a redirigir mi carrera hacia el área de entrenamiento. Fue una feliz coincidencia por decisión propia y la de mis superiores que identificaron la vocación en mí. Llegué a estar un tiempo como gerente de entrenamiento de la empresa en Francia. De esa época guardo especialmente el enorme desafío que fue perfeccionar mis habilidades en el idioma francés en muy poco tiempo, para poder ser el instructor que mis equipos necesitaban.

Mi desempeño en el área de entrenamiento me condujo al área de ventas, de la cual fui director. Fue cuando trabajé con dos personas maravillosas: Jim Ryan, mi gerente directo, y Greg Jorgensen, que hasta hoy es un mentor para mí, tanto que se convirtió en advisor de marketing de New Wave.

En el medio de todos estos cambios, me reconecté con aquel niño de ocho años y descubrí que mi pasión no era exactamente por la programación, sino por buscar resolver problemas. Y eso es lo que hace un emprendedor: busca resolver situaciones que necesitan una solución".

De la necesidad, la idea

“La empresa para la que trabajaba producía soluciones de videoconferencias. Había una gran demanda por parte de los clientes de una herramienta de planificación de reuniones virtuales que la empresa no atendía porque decía no querer operar con la ‘lógica de sala física’. Fue con base en esa oportunidad que creé New Wave Workspace.

Digo que nuestras herramientas están siempre un 90% preparadas porque el 10% restante se completará con las necesidades específicas del cliente. Estamos muy fuertemente orientados a eso. Me fascina el concepto japonés de omotenashi, que es cuando te atienden tan bien y de forma tan natural que tienes la sensación de que la persona leyó tu mente para entregar exactamente lo que necesitas. Y eso dialoga con otra cosa que incentivamos mucho como empresa, que es la posibilidad de que cada uno construya un ambiente adecuado a su experiencia.

Nuestras soluciones van mucho más allá que ofrecer una planificación. Son herramientas de organización de ambientes para atender los requisitos que garantizan salud y seguridad en espacios de trabajo físicos. Estas abrieron un conjunto de opciones para empresas que necesitan o desean retomar las actividades en la oficina”.

Educación como misión

“En 2012, fundé CODEit, una empresa dedicada a enseñar programación y robótica para niños de 3 a 17 años. La escuela de mis hijos enseñaba a utilizar editores de texto y hojas de cálculos en las clases que se deberían haber dedicado a enseñar programación. Eso me molestaba: ¿qué tenía que ver operar software con programar? Los niños deberían aprender lógica, secuencia, a tener un razonamiento abstracto. Fue cuando creé la empresa, que existe hasta hoy.

Esta nunca fue un negocio: siempre fue una actividad para el bien público. Normalmente, un amigo de un amigo comenta sobre una escuela, yo la visito, y si tiene un laboratorio de TI, instalo un software de programación visual y comienzan las clases.

Puntos de apoyo y de crecimiento

“Tengo cuatro pilares que veo como si fueran las patas de una mesa en la cual apoyo mi vida. Estos son los que orientan el camino hacia mi felicidad. De esta forma, estoy feliz cuando:

  • Estoy construyendo
  • Estoy enseñando y aprendiendo
  • Estoy divirtiéndome
  • Estoy ganando dinero

Esa transición hacia lo que vendrá después de la nueva normalidad me ha ayudado a acelerar la realización de esos pilares. En este momento que estamos afrontando, las oportunidades de construir aumentaron mucho. También son muchas las ventanas para poder aprender y enseñar; incluso hemos realizado seminarios para intercambiar información sobre temas tangenciales a nuestro negocio, como una visión más profunda de Recursos Humanos, por ejemplo.

Obviamente sé que esa no es la situación de muchas personas, y es por eso que es necesario recordar que lo más importante en todo esto es seguir ayudándole a la gente a resolver situaciones para que las nuevas generaciones vivan en un mundo mejor”.

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